Pintado por Francisco de Goya en 1780 como motivo de su ingreso como académico en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el cuadro forma parte de la colección permanente del Museo del Prado en Madrid. En él, Cristo está representado en el momento de su crucifixión con cuatro clavos (uno en cada extremidad) pero sin la presencia de los factores devocionales como el dramatismo o la presencia de sangre, resaltando la belleza del cuerpo desnudo. La cabeza inclinada a la izquierda y levantada con la boca abierta parece indicar el momento en el que Jesús pronuncia las palabras “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario