Este retrato ecuestre de Napoleón pertenece a una seria de
cinco lienzos que realizó Jacques-Louis David por encargo del rey Carlos IV de
España y mediación del embajador francés, Chales-Jean-Marie. La principal
diferencia entre los lienzos son los diferentes caballos que sirvieron de
modelo.
La pintura ha servido como instrumento de propaganda
iconográfica política de Bonaparte, que aparece montado sobre un corcel con el
uniforme de General en Jefe, luciendo un bicornio con ribetes de oro y armado
con un sable de estilo mameluco. Está envuelto en los pliegues de una gran capa
que ondea al viento y resalta su figura. En el fondo, una línea de soldados
intercalados con la artillería avanzan a través del desfiladero.
Napoleón quiso con este retrato conmemorar el triunfo de las
tropas imperiales de 1800 en Marengo, batalla que se libró contra el Imperio
Austríaco por el dominio del suelo italiano. El momento que capta es el paso
del ejército francés a través del desfiladero alpino de San Bernardo, guiado
por un victorioso Napoleón a lomos de un brioso corcel árabe, que representa la
revolución, mientras él como sereno jinete, personifica la paz.